Ekans #023
🆔 Número: 023
📏 Altura: 2.0 m
⚖️ Peso: 6.9 kg
🧬 Tipo: Veneno
🧠 Habilidad: Intimidación / Mudar
Normal
Shiny
🔎 Índice del contenido
📘 Lore Profundo de Ekans
En los rincones olvidados de Kanto, donde los ríos se tornan púrpura al anochecer y la tierra exhala un vapor lento y venenoso, habita un Pokémon que rara vez se ve, pero cuya presencia se siente: Ekans. Las leyendas lo llaman “la sombra que serpentea”. Algunos incluso dicen que no es un Pokémon común, sino un vestigio viviente de los pecados antiguos.
Ekans no ataca por furia ni por hambre. Acecha. Se desliza entre arbustos podridos y suelos huecos, observando. Se alimenta del miedo antes que de su presa. Su cuerpo largo y silencioso ha sido confundido con raíces secas por viajeros desprevenidos. Muchos no se dan cuenta de que están rodeados hasta que ya es demasiado tarde.
Hay historias de pueblos abandonados, con puertas aún abiertas, platos servidos y ni un alma a la vista. Lo único que queda son pieles secas colgadas en las ramas... y marcas curvas en el suelo, como si algo grande hubiera rodeado cada casa una por una. En esos lugares, los Ekans no silban. Escuchan.
Los ancianos aseguran que Ekans nació del veneno del mundo. Que no fue creado como los demás, sino formado cuando los primeros humanos derramaron sangre inocente en los bosques de Kanto. Como castigo, la tierra parió criaturas que llevan en su vientre la memoria de la traición. Ekans no olvida. Su mirada fija, sin parpadeo, parece recordar algo que tú mismo no sabías haber hecho.
Su habilidad para mudar la piel no es solo biológica. Algunos creen que cada muda guarda una parte de su víctima anterior. De hecho, ciertas culturas prohíben quemar las pieles de Ekans, pues se dice que liberan visiones del pasado de quien lo haya mirado a los ojos. Un chamán de Ciudad Lavanda, tras inhalar el humo de una muda seca, murió de un infarto. Sus últimas palabras fueron: “Sabe lo que hice... en otra vida.”
En los pantanos, donde nadie osa dormir, los Ekans cantan en susurros. Un sonido tan bajo que solo se siente en los huesos. Investigadores lo han grabado con micrófonos especiales, descubriendo patrones en forma de espiral. Se cree que estos cantos son una forma de comunicación, o peor aún, de invocación. Algo que aún no ha llegado. Algo más grande.
Un fenómeno extraño ocurre en la presencia prolongada de Ekans: las brújulas giran en sentido contrario, la fauna huye, y las sombras parecen moverse al revés. Hay informes de entrenadores que, tras atrapar uno, comenzaron a soñar con ojos gigantes acechando bajo tierra. Uno de ellos, desaparecido durante una expedición, dejó una nota: “No está solo. Nunca estuvo solo. Solo era el primero.”
Ekans no muerde como una serpiente cualquiera. Su mordida no deja marca al principio. Solo un frío progresivo en la piel, como si el cuerpo olvidara cómo calentarse. Minutos después, aparecen líneas oscuras bajo la piel, como raíces. En los casos más extremos, la víctima no muere… pero cambia. Se aísla. Deja de hablar. Y comienza a arrastrarse por la casa por las noches.
Hay algo ritual en sus movimientos. Círculos perfectos, espirales exactas. Algunos arqueólogos creen que Ekans responde a señales magnéticas antiguas, trazadas por civilizaciones que usaban Pokémon como canales con otro plano. Un templo en ruinas, descubierto cerca de Pueblo Paleta, tenía inscripciones en forma de serpiente. Justo en el centro, una piel de Ekans… aún tibia.
Nadie ha visto jamás a Ekans dormir. Se desliza de noche, de día, al amanecer y al anochecer. Siempre observando. Algunos teóricos creen que su cerebro no descansa. Que vive atrapado en un ciclo eterno de vigilancia. Como si esperara algo. O como si estuviera asegurándose de que tú no lo encuentres primero.
El color de su cuerpo cambia con la edad. Los Ekans ancianos son más opacos, casi grises. Pero su veneno es más oscuro, más espeso. Se dice que una sola gota puede provocar alucinaciones de otras realidades. En experimentos ilegales, científicos intentaron sintetizar este veneno. Todos los involucrados están desaparecidos. Solo se halló un archivo con la frase: “Se nos mostró. Y no debimos mirar.”
Las madres de ciertas aldeas rurales aún colocan un hilo rojo alrededor de las cunas. Dicen que si un Ekans entra en la casa, el hilo se moverá solo. Y si no se mueve… ya es tarde. El bebé habrá sido marcado, su aura alterada por la energía de la serpiente. Algunos niños desarrollan ojos ligeramente más dorados. Una señal que las familias intentan ocultar.
Ekans no se considera agresivo por naturaleza. Pero cuando se siente observado, se detiene. Se gira lentamente. Y si mantiene contacto visual contigo durante más de tres segundos, no te atacará. Te seguirá. Durante días. Solo para ver si mereces vivir. Porque para Ekans, todo es un juicio.
Hay quien afirma que, si llegas a ver a dos Ekans enrollados entre sí, debes huir. No porque vayan a atacarte, sino porque es un ritual muy antiguo. Uno que no deberías interrumpir. Quienes lo han hecho reportan haber olvidado su nombre por días. Su reflejo se distorsiona. Y en los sueños… siempre aparece la misma figura: una torre de serpientes entrelazadas, con ojos brillando como brasas.
¿Qué es Ekans, entonces? ¿Una criatura venenosa más? ¿O una manifestación viviente del castigo antiguo? No lo sabemos. Pero si alguna vez escuchas un roce en la hierba, y sientes un escalofrío antes de mirar… no te muevas. Porque si él ya te vio primero, tu historia acaba de comenzar.
🧪 Curiosidades adicionales
- Ekans puede dislocar su mandíbula para tragar presas más grandes que su cuerpo.
- Detecta vibraciones en el suelo y caza en silencio absoluto.
- Cambia de piel cada semana; algunas culturas las usan como talismanes venenosos.
- Su nombre al revés es "Snake", lo cual ya advierte su esencia oculta.